Redacción
Los smartphones y tablets están afectando seriamente el bienestar mental de los jóvenes. Así lo demuestra el más reciente estudio Global Mind Project realizado por Sapien Labs, donde se descubrió que cuanto más joven se accede a un smartphone, más efectos negativos hay en la salud mental, con síntomas que son distintos a los típicos de la depresión y la ansiedad.
Para el estudio, realizado entre enero y abril de 2023, se tomó una muestra de 27.696 jóvenes entre los 18 a 24 años a lo largo de los cinco continentes. Para Latinoamérica se evaluaron 7.061 mujeres y 4.541 hombres de países como Colombia, México, Perú y Argentina.
Se tuvieron en cuenta para el estudio 47 elementos que cubren un amplio rango de síntomas y capacidades mentales (27 funciones mentales y 20 síntomas asociados a desórdenes mentales) que, combinados, conforman el Cociente de Salud Mental (MHQ en sus siglas en inglés), todo esto sumado a seis dimensiones más: estado de ánimo y perspectivas, Yo Social, Adaptabilidad y resiliencia, Impulso y motivación, Cognición y Conexión Mente-Cuerpo.
Cuanto más joven, más propenso a padecer síntomas
La gran constante del estudio revela que entre más pequeños sean al tener el primer contacto con un smartphone, al crecer tienen una mala salud mental, teniendo una tendencia a afectar mayormente a la mujeres, el porcentaje de mujeres afectadas que obtuvieron su smartphone a los 6 años disminuye del 74% al 46% en comparación con las que lo obtuvieron a los 18; mientras que en los varones, disminuyó del 42% al 36% a las edades respectivas.
Hay una tendencia a la disminución del bienestar mental en los adultos más jóvenes es muy evidente en las generaciones a partir de 2010-2014, coincidiendo con el punto de inflexión marcado por la aparición de los teléfonos inteligentes, las redes sociales y el acceso a Internet 24/7 que se proporcionan a nivel mundial.
Bienestar mental en mujeres es más bajo
La medición que hace el Cociente de Salud Mental (MHQ) son resultados preocupantes para las mujeres, ya que a nivel global, aquellas que accedieron a un smartphone a los 10 años o menos tienen puntajes MHQ con los rangos más bajos en la escala, lo que indica, un cuadro clínico de depresión. Y en Latinoamérica, la tendencia se inclina hacia la baja, evidenciando las graves consecuencias que tienen los dispositivos móviles en la adultez.
Es una correlación progresiva global. De las mujeres que obtuvieron un smartphone a los 6 años, el 74% entra en los niveles más críticos de la escala del MHQ; aquellas que lo obtuvieron a los 10 años, entra un 61%; de las que lo tuvieron a los 15 años, entra un 52%; a los 18 años, un 46%; y a los 45 años o más, sólo un 14%.
El Yo Social empeora con la minoría de edad
El Yo Social mide elementos como la imagen personal, la autoconfianza y la habilidad de mantener relaciones positivas y cooperar con los demás, para las poblaciones que obtuvieron su smartphone a temprana edad, el Yo Social es afectado gracias a la comparativa que esto permite afectando la confianza y la autoestima.
Pensamientos o acciones suicidas
En una escala del 1 al 9, donde 1 indica problemas leves y el 9 indica una fuerte influencia negativa del smartphone en la conducta, se evidenció que cuanto más joven se accede a un smartphone, mayor tendencia al suicidio hay.
Por ejemplo, quienes accedieron a un dispositivo a los 6 años, las mujeres alcanzaron un 5.8 en la escala, mientras los hombres un 4.1. En cambio, quienes accedieron a los 18 años, las mujeres alcanzan sólo el 3.6, mientras los hombres el 3.2.
En Latinoamérica, el incremento de los pensamientos o acciones suicidas supera la tendencia global de manera preocupante, aunque se mantiene similar en otras conductas como sentimientos agresivos hacia otros, culpa, sensación de estar desconectado de la realidad, y acciones repetitivas y compulsivas.
La crianza no siempre es determinante en los problemas con el smartphone
Se podría considerar que niños y adolescentes con experiencias traumáticas en el hogar serían más susceptibles a la influencia negativa de los smartphones, pero se descubrió que esto persiste en jóvenes con crianzas tranquilas, determinando que el impacto de los smartphones en la salud mental de los jóvenes es un factor común en escenarios de crecimiento y culturales distintos.
Reflexiones que deja el estudio
Aunque los niños y adolescentes aboguen por tener un smartphone, son los padres quienes tienen la última palabra en este proceso, es decir, son los directos responsables y se hace necesario tener en cuenta que los smartphones obstaculizan las habilidades sociales, siendo el comportamiento en sociedad algo complejo que requiere práctica para perfeccionarse y poder construir relaciones que integren al individuo y lo ayuden a soportar las adversidades de la vida.
Un contacto demasiado temprano con los smartphones hace que gran parte del proceso de formación sea digital. Un niño está pasando en promedio de 5 a 8 horas online, casi 1.000 a 2.000 horas al año que deberían aprovecharse en actividades presenciales donde interactúe y aprenda las habilidades sociales necesarias.
La virtualidad no es, bajo ninguna circunstancia, un sustituto o equivalente de la interacción real, pues elimina modalidades sensoriales importantísimas que son habilitadoras de la vinculación social para todo individuo. Además, evita que se adquieran capacidades sociales y de resiliencia.
Las tendencias en América Latina se ubican en el promedio mundial y son preocupantes. El estudio concluye con un llamado a los lectores para que consideren oportunamente las implicaciones que el uso de los smartphones traen consigo en los más jóvenes, de cara a construir el futuro de una sociedad civil sana.