Opinión

La pandemia nos golpea a la cara

Por: Iván Chávez Gómez
Hace unos meses, antes que el coronavirus estuviera presente en nuestras vidas, vi la serie “Perdidos en el Espacio” en Netflix, una producción televisiva basada en la original de 1965, del mismo nombre, creada por Irwin Allen.
No ahondaré mucho en la serie, si pueden véanla. La sinopsis en sí es: un cuerpo celeste se estrella con la Tierra y, a partir de ese suceso, la vida humana no es la misma. Ante tal acontecimiento, los gobiernos, la ciencia y la sociedad, se vuelcan a la búsqueda de un nuevo planeta para la supervivencia; una familia, los Robinson, es elegida junto con otras más para explorar el planeta Alfa Centauri. Hasta ahí le paro para no spoilear.
Sólo traeré a colación dos imágenes. La primera, cuando la vida en la Tierra ya no es posible, los humanos tienen que usar mascarillas y trajes para poder, solamente, respirar el aire que nos da vida. Y la segunda está compuesta por los peligros a los que se enfrentan los Robinson en el planeta recién descubierto.
Esas dos postales de una serie de ciencia ficción la vivimos hoy en día en todo el mundo. Tenemos a un enemigo frente a nosotros, microscópico, invisible, que ha puesto de cabeza a la civilización humana. Hoy tenemos que salir de casa con cubrebocas, un gel antibacterial, con la idea de mantener una distancia con otros y todas esas medidas que ya conocemos.
Pero también nos enfrentamos a un futuro incierto, tanto en lo individual como en lo colectivo; un escenario que pondrá a prueba nuestra resiliencia para adaptarnos a lo que viene que, insisto, es desconocido para todos nosotros. Se habla de un pico y luego de una caída en los casos de contagios, pero en realidad, el comportamiento del virus pone al descubierto la ignorancia de la humanidad ante el Covid-19.
Cada país ha enfrentado esta pandemia con los medios posibles a su alcance: avances tecnológicos, conocimiento científicos, presupuestos en materia de salud, etcétera. Eso sí, con un apego a lo que la Organización Mundial de la Salud ha delineado desde que el virus brotó en Wuhan, China, a finales de diciembre de 2019.
En México, como en otros países se minimizó el poder de propagación y de letalidad del Covid-19. Fue decepcionante, ver a un subsecretario de Salud insistir en las medidas de distanciamiento y por otro lado a un Presidente aferrado durante los días de los primeros casos registrados, abrazar a personas y encabezar actos públicos. Un jefe de Estado debe ser ejemplo y no desafiante con aquellos a los que él mismo ha designado para afrontar la pandemia.
Lamentablemente, México se encuentra entre los primeros cinco países del planeta con más casos de fallecimientos por coronavirus (rebasamos las 40 mil muertes).
Mientras en febrero, Italia ya luchaba por contener la pandemia, en México apenas digeríamos la resaca por la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) que entró en funciones en enero de este año. Un modelo de salud instaurado por la Cuarta Transformación del Presidente Andrés Manuel López Obrador, empeñado en centralizar los recursos para la salubridad, bajo el supuesto de brindar atención a quienes no son derechohabientes del IMSS o el ISSSTE.
El Insabi eliminó por completo el Seguro Popular, bajo el argumento que estaba viciado y corrompido. Así, entró México en 2020 con un nuevo esquema, del cual hasta ahora se conoce poco sobre sus reglas de operación.
El manejo en el presupuesto para la salud en México ha sido un desaseo. Sólo en este rubro hubo mil 472 millones de pesos que no se ejercieron durante 2019, de acuerdo con datos de la Cuenta Pública de ese año. No se sabe por qué no se ejerció ese dinero destinado a la salud de las mexicanas y los mexicanos.
Para dimensionar el tamaño del dinero: con esa cantidad se hubieran podido comprar incluso 949 ventiladores respiratorios de los que el hijo de Manuel Bartlett vendió al propio IMSS, por cierto, de los más caros adquiridos por la actual administración.
Es una desgracia que México tenga que hacer frente a una pandemia con un sistema de salud ya afectado por una serie de recortes en este 2020 como los 57 millones de pesos menos para la Dirección de Epidemiología en comparación con 2019, o los 4 mil millones de pesos menos para 18 hospitales de alta especialidad.
En materia económica tampoco contábamos ya con buena salud, pero sin duda, en lugar de mejorar, ésta irá en picada.
La Secretaría de Economía ya advirtió que será inevitable una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) como consecuencia del paro de actividades no esenciales.
Podrán decir, “sí, bueno, eso ha sucedido en todo el mundo”, pero en el caso de México, se suman otros factores: la caída en los precios del petróleo y la apuesta del Gobierno federal por las energías no renovables.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que el PIB nacional caerá en un 6.5 por ciento. El mismo organismo prevé que la caída promedio en la región de América Latina será del 5.3 por ciento, es decir, México supera al citado promedio.
Sin embargo, otros especialistas prevén una caída de hasta el 7 por ciento, lo que engrosaría las filas de la pobreza; se estima que 16 millones de personas en México pasarán a ser pobres.
Hay una cerrazón constante del titular del Ejecutivo a otras voces que no sea la suya y, por consecuencia, una visión única, absolutista y hasta dictatorial sobre una verdad: la de él. Otros puntos de vista, para afrontar la pandemia, el estado del sistema de salud en el país y la economía enferma, no existen para el mandatario, es decir, la unidad a la que tanto apela, la ignora por completo.
De la misma manera en que 30 millones de mexicanos otorgaron su confianza en el Presidente, hay otros millones que le dieron su confianza en las urnas al gobernador de su estado, a su alcalde, a su regidor, a su diputado local o federal, a su senador.
Se les ha olvidado al Presidente y a la 4T que convergemos en una Federación, pero no sólo eso, se les ha olvidado que convivimos en un país plural de ideas, de puntos de vistas, y de distintas percepciones de la realidad. Lo que no ocurre en el centro sí es una realidad en Occidente o en el Sur, de eso sabe bien López Obrador, pues ha recorrido todo el país como pocos personajes lo han hecho, hay que reconocerle.
No le hablamos al Presidente desde MC, desde la tonalidad naranja, le hablamos desde el color de México, para decirle que solamente a partir de una coalición que incluya a todas las voces (las que le alaban y las que le cuestionan) porque esta es la única manera para que exista un México después del Covid-19, quizá con afectaciones en su salud como país, pero con la esperanza de una mejor vida para todas y todos.

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