ENTRE SEMANA
Julio César Hernández
Detenernos en la discusión sobre cuántas personas integrantes del movimiento FRENAA se manifestaron este fin de semana en la plancha del Zócalo capitalino exigiendo la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador lo considero ocioso, como ociosa es la exigencia misma, pues sabemos que eso es imposible de que se concrete, por mucho que el propio AMLO, haya dicho que lo hará el día que se manifiesten 100 mil mexicanos y en las encuestas se repruebe su desempeño.
El movimiento anti López Obrador no es para desestimarlo y las movilizaciones que ha llevado a cabo sin duda son un claro mensaje de que un importante sector de la sociedad no está de acuerdo con el gobierno de la denominada 4T, pero aún está muy lejos de ser una fuerza que logre mover un paso de su lugar al lópezobradorismo.
¿Qué creen que hubiera sucedido o suceda si en lugar de exigir que renuncie a su cargo, todos estos miles de mexicanos levantan la voz para exigir mayor y mejor seguridad pública en el país? ¿Qué sucedería si todos al unísono, ahí en el corazón de la capital del país exigen que haya los suficientes medicamentos para todas aquellas personas con cáncer, incluyendo menores, cuyas vidas peligran por el desabasto? ¿Qué sucedería si ahí en pleno Zócalo escuchamos a una voz el listado, uno por uno, de los problemas más graves que enfrentamos los mexicanos y que el gobierno federal ha sido incapaz de resolver?
Pero ir a la capital del país a pedir la renuncia del presidente de la República, no deja de ser un grito en el desierto, máxime porque para una demanda de ese tamaño se requieren millones de mexicanos en movilización, no sólo que lo digan alrededor de las mesas de café, en las redes sociales o retuiteando.
En reiteradas ocasiones he considerado que la única forma de frenar a López Obrador es de la misma manera en la que se le impulsó para llegar a la presidencia de la República: las urnas y el voto.
El próximo año estará en juego la mayoría en la Cámara de Diputados y es ahí, donde hoy el presidente tiene el control con su mayoría, en donde puede perder esa mayoría si la oposición oferta a la ciudadanía candidatos con capacidad de convencer y de hacer política de altura. Esta oposición tiene que ser lo suficientemente inteligente para lograr que la ciudadanía confíe en ella, para que reconozca que del gobierno no sólo debe esperar una política clientelar porque eso no ayuda en nada el desarrollo del país, por el contrario, y lo único que se logra con ello es apoyar el proyecto de un solo hombre o de un grupo que pretende eternizarse en el poder.
A López Obrador no se le va a derrotar con descalificaciones sino con contrapropuestas que hagan al ciudadano pensar, analizar, reflexionar. Porque bastará que los candidatos de Morena adviertan en la plaza pública que de ganar la oposición los apoyos económicos que reciben del lópezobradorismo ya no les llegarán, y con ello, lamentablemente, tendrán garantizado el voto a su favor.
Así, pues, no perdamos el tiempo en discutir si fueron cinco mil, 20 mil, 100 mil o 150 mil los manifestantes plantados en el Zócalo. Es loable la movilización ciudadana, pero debe de ser bien enfocado su objetivo, pues de otra manera el desgaste llegará pronto, se frustrará un excelente propósito, pero el fracaso pegará muy fuerte.