Bajo el argumento de que “primero está el interés por México que el de los partidos políticos”, el PAN, el PRI y el PRD ya acordaron ir en alianza en alrededor de un centenar de distritos electorales para las elecciones del 2021, con el propósito de enfrentar a Morena y sus aliados en la lucha por la mayoría en la Cámara de Diputados.
¿Qué tan exitosa puede ser esta fórmula donde hay de mole,chile y picadillo? ¿Qué garantía hay que los militantes de un partido político votarán por el candidato de otro, como para garantizar que se alzará con la victoria frente al abanderado de Morena? Si bien habría acuerdo para postular a un candidato de unidad a la gubernatura, ¿qué garantiza que ese acuerdo se extienda al momento de repartir las candidaturas a diputados federales?
El partido Movimiento Ciudadano quedó fuera de esta alianza, y con ello se presume que se le complicará concretarla aquí en Jalisco como es su deseo, pues al rechazar sumarse a la acordada por los otros tres partidos, la dirigencia nacional del PAN, que preside Marko Cortés, se habría negado a ir juntos como sucedió en las pasadas elecciones del 2018.
Por lo pronto, agrupados en Unidos por México, los ex gobernadores Alberto Cárdenas Jiménez y Francisco Ramírez Acuña, junto con otras decenas de exmandatarios panistas, aprobaron a través de un desplegado en los medios de comunicación el acuerdo entre la dirigencia de su partido con la del PRI que encabeza Alejandro “Alito” Moreno y con la del PRD que preside Jesús Zambrano.
Con esta alianza, el PAN, el PRI y el PRD reconocen que solo aliados postulando candidatos comunes pueden tener posibilidades de ganarle al partido lópezobradorista, pues reitero que dicha alianza no es garantía de triunfo seguro. Pero más allá de las posibilidades reales de que militantes de esos partidos no estén de acuerdo con ella, habría que ver cómo la recibe el resto de los ciudadanos no partidistas, especialmente los que cubren el rubro de “indecisos” en las ya diversas encuestas que se han levantado en cada entidad donde habrá elección de gobernadores, principalmente.
Por otro lado, recordemos que Morena contenderá en alianza formal con los partidos del Trabajo y el Verde Ecologista, que podrían ser arrastrados por la inconformidad ciudadana con las acciones de gobierno de López Obrador, pero también beneficiados por la aún alta popularidad del presidente, aún y cuando éste no estará en la boleta electoral.
Sin duda que la alianza PAN, PRI y PRD es un “volado”, no tiene garantizado el triunfo en muchos puntos del país, pero hay un punto clave que podría ser determinante para que los militantes de un partido voten o no por el candidato de otro partido: el discurso de campaña. Y en este punto, indudablemente que Morena tiene un discurso bastante bien definido y guiado por la llamada Cuarta Transformación.
Por ejemplo, en estos momentos en los que políticas como pro aborto o a favor de la unión de personas del mismo sexo son promovidas por partidos como el PRD, ¿qué postura asumirá frente a este tema su aliado Acción Nacional? O viceversa: la postura contra el aborto y contra la unión de dos personas del mismo sexo bien definida del PAN, ¿cómo la asimilará el PRD? ¿O habrá acuerdo para que esos temas y otros que generan polémica y posturas divergentes no se toquen en campaña? ¿Y qué si lo hacen los adversarios y eso genera votos a favor?
Esto apenas comienza, y será interesante conocer cómo el PAN, el PRI y el PRD aterrizan esta alianza entre su militancia, cómo logran convencerla de que es el camino correcto para enfrentar a la 4T y al presidente López Obrador. Y lo mejor: hay que ver cómo se asimila ya en campaña y el efecto que tendrá el día de la jornada electoral.
Así, pues, aún hay mucha “tela de dónde cortar” sobre esta alianza tripartita. Y sin duda que estaremos al pendiente de cómo se desarrolla.