A decir verdad
Por Rubén Iñiguez
Segundo trimestre al hilo de una historia de fracaso económico, sin estrategias de recuperación, es lo que nos presenta ya septiembre con el informe del presidente Andrés Manuel López Obrador, que lo único que hace es hacer interminables discursos llenos de mentiras y demagogia.
Mientras su gabinete busca justificar las cifras del fracaso, intentando distraer la atención en otros sectores, para procurar endulzar de alguna forma la recesión, el desempleo, la reducción del ingreso y la falta de inversión.
Acuden a términos relativos a la felicidad de los mexicanos, pero en la economía real, el producto interno bruto (PIB), sigue descendiendo a 18.7 por ciento por segunda medición consecutiva en el semestre.
En 1932, por la administración del populista Lázaro Cárdenas, también logró un bajísimo PIB. El IMSS señala que se han perdido 1.1 millones de empleos. Vivimos un periodo de empobrecimiento, de desempleo y de poco ingreso que ni habíamos tenido en lo que llamábamos crisis anteriores, que eran de la era neoliberal.
La perdida de confianza, los ataques al sector privado, ya que en su gran mayoría no es visto ni ha merecido respuesta alguna, solamente los millonarios que favorece AMLO, como Ricardo Salinas Pliego, Carlos Slim, Arturo Cabal Peniche, Miguel Alemán, etc. han ver que el concepto de gobierno de primero los pobres, es solamente propaganda y son los mismos de antes.
Los megaproyectos del gobierno de AMLO no han detonado el crecimiento o mejorado los indicadores. Las inversiones en Pemex pasan por los peores augurios y sus números de producción son terriblemente bajos, menores a los de administraciones anteriores.
Por su parte, la CFE carga una deuda que compromete seriamente su desarrollo, y a la par hostiliza a los productores de energías limpias, paralizando proyectos de expansión de sol, aire y de agua.
Estas incongruencias, así como pagar por suspender obras, algo que todavía se sigue haciendo desde el aeropuerto de Texcoco, el NAIM, al gasto oneroso y probablemente inútil del aeropuerto de Santa Lucía, la cancelación de la cervecería Constellation Brands, han enmarcado cargas presupuestales en que hay que pagar lo que debió generar ganancias, impuestos y empleo a cambio de nada.
La persecución verbal de la industria farmaceútica, hace que se diversifique el miedo a este gobierno, que descontrola un manejo responsable del desarrollo económico, de la estabilidad financiera.
El dólar ha tenido un deslizamiento interminable, fluctuante, pero siempre a la baja. ¿Entonces de dónde pretende afianzarse la administración del presidente López Obrador?
Sus llamados Bancos del Bienestar se construyen como hongos, a precios inflados, pero no tienen dinero para dotarlos de cajeros automáticos, ni resultan atractivos para la población que aprueba a AMLO. No vemos a los seguidores llevando sus ahorros al sistema bancario oficial, más bien acudirán para recoger los subsidios, las becas, los donativos que bajo programas clientelares, harán que se formen colas en las instituciones de la 4T.
El 25 de agosto, Forbes señaló la fuga de capitales de México de 8,700 millones de dólares según datos del Banco de México, esta huida supera la cifra de 5,525 millones de dólares obtenida en el primer trimestre de este año. Datos que no aparecerán en el segundo informe.
En paradoja, Herdez colocó en la Bolsa Mexicana de Valores, certificados bursátiles que han tenido gran interés en una cifra de 3,500 millones de pesos, la marca tiene 14 plantas de producción, 25 centros de distribución, y una plantilla laboral de 10 mil empleados. En lugar de expandirse, la emisión pretende resolver problemas de refinanciamiento de pasivos, a corto y largo plazo. Es decir, la empresa privada en estos dos años no ha crecido, los movimientos realizados pretenden conservar su base productiva, exclusivamente. Las bajas de ventas por medio de ANTAD han dado un primer semestre para olvidar este año, lo que refleja menor consumo, pero si un gasto mayor por la inflación.
La economía sigue siendo un talón de Aquiles de un gobierno populista, que usan como Nicolás Maduro, el discurso repetitivo, la búsqueda de culpables imperiales, el linchamientos de expresidentes o de empresarios traicioneros como su principal discurso. Todo esto, es responsabilidad del presidente, en forma directa. Darle vueltas o pretender, por razones sentimentales, de creencia popular, no resuelve la realidad económica.
El COVID-19 acentuó la crisis en todos los sectores productivos y comerciales, además de la pérdida de empleos. Los recursos destinados para remediar el problema por parte de gobierno no rebasan un 1 por ciento de su presupuesto. Es decir se ha dejado a la población a que resuelva su problema, sin intervención del estado, que sigue dando atención a proyectos onerosos que aseguran pérdidas.
Tenemos que reactivar la economía, el consumo interno, las cadenas de valor rotas, buscar que todos los sectores mejoren, porque el más dañado actualmente es el segundo que comprende la industria.
Alemania, con una economía que no estaba en estancamiento, destino 10 mil millones de euros para apoyar a su iniciativa privada, a sus emprendedores en tanto en México brilla la tacañería. Antes el PRI ordenaba a los economistas y a los periódicos que maquillaran las realidades económicas.
Ahora, parece que está práctica regresa con MORENA. La orden es pintar rayos de esperanza en el panórama sombrío. Pero el problema es el presidente, quién podría dar un giro a una nueva economía, redimensionar sus proyectos para en forma concertada emprender obra pública en todo el país, rescatar el sistema de salud, suprimir la horca de la austeridad que estrangula todo, y generar inversión y empleo.
Si asegura jurídicamente la inversión y da un buen giro de 180 grados en restaurar lo que se ha dañado, los verdaderos indicadores mejoraran.
No será cuestión de maquillaje, que puede ser bueno en ocasiones, pero apoyándose en acciones de unidad del presidente y de todos los mexicanos, puede restablecer a un enfermo suponiéndolo menos grave de lo que está, pero nuestra economía, nuestro sistema político, y los resultados electores hicieron que el Congreso no tuviera peso en regular los errores del ejecutivo.
Hoy más que nunca dependemos de un solo hombre. ¿Podrá admitir los errores de dos años para reiniciar la reactivación, la restauración, o tendremos más de lo mismo sin que maquillaje alguno sirva de nada amplificado en la propaganda oficial del segundo informe?